LAS PLAYAS DE MÁNCORA
En las vacaciones de verano del 2018 fui con mi
familia al balneario de Máncora ubicado en la provincia de Talara en el
departamento de Piura. Al llegar, instantáneamente sentí lo refrescante que era el viento de ese
lugar, lo que se combina perfectamente con el cálido del prominente sol que
resplandece en las mañanas.
Lo primero que hicimos, después de llegar es ir a hospedarnos. Dejamos nuestros equipajes y nos vestimos adecuadamente para ir a la playa. En un primer momento no quería ingresar al mar, puesto que no me gusta, además que le tengo miedo. Sin embargo después con la compañía de mi mamá si me atreví a hacerlo. Disfrute de lo fresco que se siente al ingresar al agua, el cambio de temperatura de mi cuerpo me causó una sensación de miedo y cosquilleo que pronto pasó cuando ingresé totalmente al agua. Me quedé algunos minutos disfrutando en el agua con mi mamá. Estábamos muy alegres, cuando de pronto vino una fuerte ola que nos hizo perder el equilibrio y caímos, pero felizmente estábamos casi en la orilla. Nos pudimos levantar pronto y seguir disfrutando.
Había muchas cosas que llamaban mi atención, pero
la que más me inquietó, fue que había muchas personas extranjeras. Mi mamá me
comentó que eran turistas y que estaban de visita en nuestras hermosas playas.
Después de salir del mar sentía mucha hambre por
lo que compramos un delicioso ceviche, plato típico de nuestro país. Ah, esto
me hace recordar que los restaurantes de ahí, ofrecen diversos y sabrosos platos
típicos, la mayoría de ellos, elaborados en base de pescado fresco que extraen
de ahí mismo o alrededores. Al oscurecer nos fuimos al hotel para cambiarnos e
ir a cenar y de paso, a la plaza central viendo las artesanías del lugar. Al salir
e ir a buscar un lugar donde cenar nos encontramos con unos turistas perdidos,
ellos nos dijeron que no encontraban su hotel y que los lleváramos a algún
lugar bonito a cenar. Nosotros tampoco conocíamos mucho pero los tratamos de
ayudar. Conversando con ellos, en el lugar donde estábamos cenando, nos dijeron
que eran argentinos. Nos comentaron que les gustaba mucho este país, su cultura
y sus atractivos turísticos. Al llegar el mesero para preguntar por los platos
que queríamos ellos nos dejaron elegir sus platos, puesto que no conocían
tampoco los platos nuestros. Cuando terminamos de cenar ellos se despidieron y
se fueron y nosotros nos dirigimos a la plaza central. Al llegar allí me quedé
muy asombrada con la infinidad de artesanía que había. Compramos muchas cosas.
Yo, por ejemplo, compré conchitas ya que decían que puedes escuchar el mar si
te las ponías al oído y eso haría que recordara tan bonita experiencia en
Máncora.
Al día siguiente fuimos de nuevo a la playa y paseamos
por los botecitos que estaban en la orilla, y las bananas en las cuales
paseamos por el mar.
Luego de esos dos días tuvimos que regresar a
Piura. Yo no quería regresar pero debíamos hacerlo. Pero, gracias a Dios, aún
recuerdo los asombrosos días que pasé allí.
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