Mi pollito
Recuerdo que cuando era pequeña vivía
en el campo. Apenas tenía más o menos 06 años de edad, cuando me sucedió lo que
les quiero compartir. En la casa de mi abuelita, en la que por esa época
vivíamos, había un hermoso corral en el cual se acostumbraba criar Pollitos,
patitos y cerdos. Era muy divertido poder ver como estos hermosos animalitos se
criaban con el cuidado y cariño que les
brindaban mi abuelita y demás personas mayores, inclusive yo me les acercaba
muy tiernamente.
De pronto un día, me regalaron un
tierno pollito, era pequeñito y su plumaje era de color amarillo. Su mirada, su
piquito muy rosadito y el color de su plumaje me llamaban mucho la atención.
Además de lindo era muy tierno mi pollito. Eso hacía que lo quisiera y cuidará
mucho. Además de hacerlo inolvidable. Aún recuerdo todo de él. Por el inmenso
cariño que empecé a sentir por él, llenaba mi mundo. Éramos mi pollito y yo,
nadie más. Pasábamos inolvidables momentos juntos, disfrutando de nuestra
compañía y cariño.
Pasamos mucho tiempo juntos, íbamos de
un lugar a otro haciéndonos compañía. Me encanta darle de comer y verlo tomar
pausadamente, su agüita. Al término de la jornada, como de costumbre, decidimos
irnos a dormir y como estaba tan encariñada con mi mascotita adorable, el
pollito, decidí irme a dormir con él en mi cama.
No pensé en otra cosa, sino pasar más
tiempo con mi querida mascotita. Sin embargo, debo reconocer que fue la peor
idea que se me pudo ocurrir. Aún me da penita cuando lo recuerdo. Nos acostamos
y lo único que veía hasta que me dormí, fue mi hermoso pollito. Me dormí, hasta
el día siguiente que alrededor de las 7:00 de
la mañana me desperté. Y pues, lo primero que quise ver era a mi tierna
mascotita. La busqué y no lo encontré, empecé a entristecerme y desesperarme,
bajé de mi cama de un salto y . . . acabó la búsqueda y empezó mi tristeza. Mi
pollito estaba ahí, pero literalmente, estaba aplastado. Yo lo había aplastado,
mientras dormía.
Andrea
Arica Ramírez.
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